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Crónica Eliana Torres Viasus

Llegar a San Vicente del Caguán, ver su tierra, su gente, sentir el clima tropical en la piel…es maravilloso! Una ciudad rodeada por la magia de la naturaleza, una ciudad con mucho comercio por todas sus calles, calles adornadas del color de las flores y árboles, donde todo el tiempo hay música, vida y alegría. Todo esto bajo un inmenso cielo de serenidad donde habitan seres humanos llenos de esperanzas y sonrisas. Si lo anteriormente descrito es bonito, no imaginan la sensación que sentí al llegar al Colegio Dante Alighieri, ver a todos los niños formando para la izada de bandera, en un escenario natural donde el canto de los pajaritos no cesaba de adornar la cálida mañana que cubría a toda esta generación de esperanza, futuro y con sed de trascendencia, es memorable!

Compartir los espacios académicos con los estudiantes de bachillerato y ver toda su creatividad, esas ansias de aprovechar cada minuto de la clase, participar, compartir los unos con los otros, notar cómo se quieren tomar el mundo con las manos para descubrir más y más, es hermoso!… Ellos están llenos de muchos talentos, valores, están llenos de identidad y pertenencia, ellos quieren ser líderes y jamás separarse de su lugar para sacarlo adelante, saben que son la esperanza y el cambio, ellos quieren romper los prejuicios de guerra y violencia a los que mucha gente que no conoce ni ha ido a San Vicente del Caguán les asocia su tierra y su linda gente a un pasado que ya no existe.

Ahora bien, no se imaginan la tarde del lunes 18 de Abril cuando llegamos a la sede Primaria del colegio, habían muchos niños y niñas, saltando, jugando, gritando, siendo libres y corriendo tan rápido por todo el patio tanto como sus pies pequeñitos se los permite para llenar el lugar de felicidad, ternura e inocencia que ellos poseen me invade mucho de amor. Estuve compartiendo con dos cursos y pude hablar con ellos, leer un cuento pequeñito, cantar, ver como hacían sus plegados de gaticos y les ponían nombres chistosos, fueron momentos muy especiales pero el tiempo pasó muy rápido y ellos se iban a sus casas y yo solo los despedía con cariño como si ya nos hubiéramos conocido de mucho tiempo.

Caminé hacia la salida del colegio y una niña que estaba esperando a sus padres mientras la recogían se me acercó, empezamos a hablar y ya no era una, eran dos, tres, cuatro, cinco jajajaja J , es muy lindo cuando se acercan, cuentan sus historias, piden que les hables en inglés, francés, preguntan de dónde eres, que les cuentes de tu vida y luego te digan: ‘’Cuando sea grande yo quiero ser como tú maestra, quiero aprender idiomas y compartir mucho con todos los niños’’, se me partió el corazón de dulzura y aún se me cubren los ojos con lágrimas de felicidad por saber que los maestros siempre somos los superhéroes y la figura que admiran nuestros niños y niñas, somos ejemplo, todo lo que hacemos y como actuamos, está siendo observado y aprendido por nuestros pequeñitos.

Doy gracias a la hermandad y al Colegio Dante Alighieri de San Vicente del Caguán por recibirnos y permitirnos aprender de ellos, estoy orgullosa de ser Lasallista, me comprometo a seguir envolviendo mi corazón de fuerzas, cumplir con honor en mi profesión, seguir aprendiendo y adquiriendo muchísimos más conocimientos y herramientas para estar lista e ir a compartir esta luz con mis alumnos J