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El umbral hacia un paisaje, vida y amor

Lorenzo Muelas Hurtado «A la hora de hacer cambios, los pueblos, consciente o inconscientemente, siempre hacen memoria. Hay un pasado que se quiere olvidar y por eso se ratifica el cambio;  pero también hay un pasado que se debe respetar. Los pueblos indígenas miramos hacia el pasado y hacia el futuro».

Constituyente indígena del pueblo misak

Si me preguntan ¿la Orinoquia se respira diferente?, diría si, desde puerto Gaitán hasta la primavera y dentro del resguardo se respira diferente allí  lo haces consciente sabes que es lo necesario para vivir, sentir, absorber toda la riqueza natural y humana  se detiene el tiempo y la noche para vivir todo lo que gratuitamente recibes de los sikuani y cuiba que habitan este lugar.

Domingo  6:26 am Llegamos  al paso y  lo primero que quería ver era el rio  Gavilán ,  nos despedimos  de don armando quien con su  sencillez nos da sus buenos deseos, descendemos hacia la canoa y tenemos  el primer tímido acercamiento con tsamuli quien naturalmente al vernos algo embolatadas  y sin  saber cómo  acomodarnos en una canoa saca una carcajada  este mismo hombre vio quienes tímida  y respetuosamente entraban  a su HOGAR  a su TERRITORIO,  en alguna de las noches compartí que ese momento  fue el primer portal simbólico donde se desconectó mi cuerpo, algo del alma y mente de tanta velocidad, movimiento e imaginarios  que nos consumen  en  la ciudad. Fue el umbral que se abría  hacia un lugar donde todo era nuevo y donde la velocidad y el movimiento estaban fuera de mi ‘’control’’.  

Dicen que la primera impresión es la que cuenta, pero aquí no hay primera ni segunda o no sé si soy yo con mi amigo el asombro (cuando se te  destiempla el corazón por los colores, formas, texturas, vida etc.) La primera comunidad a la cual nos acercamos fue san Rafael, cruzamos ese  puente hecho con tablones de madera de diferentes tamaños que detrás como telón de teatro esta ese verde de variables oscuros y claros, pasando el puente entramos a san Rafael  allí conocimos a cazuna y Rosalía que llamando con palabras en cuiba iban saliendo de sus casas en su brazos ya traían uno de esas sillas con escritorio , los niños apenas se asomaban por detrás de los árboles y casas como quien juega el gato y ratón, solo que  en ocasiones éramos los ratones y en otras los gatos, una estructura de hábitat cálido, fraternal luchando por mantener una  memoria ancestral para el futuro.

El intercambio de conocimiento por el que íbamos a el Gavilán resulto siendo una experiencia de vida con  ideas donde los saberes los tenían ellos y la conversación fue la herramienta para que ellos nos contaran todos esos conocimientos, me llevo las risas de Hugo miguel, pablo, José Alicio, don Antonio; que cada vez nos hacían sentir más en familia no del mismo apellido ni abuelos pero si esa familia que nos hace ser parte de la humanidad en la que con la lucha de ellos no muere el AMOR ese amor que Álvaro nos recordaba en las conversaciones bajo la luna y cuando estando en el UNUMA nos recordó el amor de aquella mujer que desde lejos creía que el amor todo lo puede, no olvidare estas sensaciones en la que mi corazón se aceleraba a tal manera que sentía saldría de mi cuerpo y aun cuando la respiración se agitaba al escuchar las historias de caracol

De este viaje me llevo en mi maleta  las fotos de mi cámara, 8 pelos de oso que me regalo marianito de san Rafael, un arco y dos flechas y  atesoro  en el corazón  los momentos en los caños donde el agua corría y corrían las palabras y en ocasiones los silencios, atesoro algunas  de las conversaciones,  sensaciones y sentimientos en los que pude descubrir partes del resguardo y partes de mí.

Gracias a Alvarito a Dani y a las niñas que fueron parte de esta experiencia.